Este
año, con la famosa crisis, serán muchas las familias que no podrán optar a un
viaje o ni siquiera a pasar unos días en el pueblo, pero también serán muchas
las que se resistan a no poder salir de su rutina y se irán fuera de su lugar
de residencia habitual.
En
cualquier caso, lo importante no es dónde nos vayamos, sino con quién y cómo
nos organicemos. No es tan importante ir a un lugar nuevo o lejano, como saber
cómo cada uno de nosotros podemos aportar nuestro granito de arena para pasar
un tiempo suficientemente relajados en familia (aunque sea en el pinar más
cercano).
Son
días en que las parejas se reencuentran tras un largo invierno transitado
un poco como autómatas: trabajo, casa, niños, familia y/o amigos los fines de
semana...muchas prisas y poco tiempo y, este año… ¡MUCHA CRISIS!
También
muchos niños y niñas tienen la oportunidad de estar con sus padres un tiempo
"sin tiempo" y los padres con sus hijos sin tener que salir corriendo.
Y
los hermanos?... Igual se han visto, o incluso han cuidado unos de otros
durante todo el año, pero ahora tienen la oportunidad de estar juntos sin
tantos horarios.
De
repente, tenemos algo que no tenemos durante el resto del año: TIEMPO.
Tiempo para SER los hombres y mujeres que somos
Tiempo para ESTAR con nosotros mismos y con los otros
Tiempo para HACER cosas que no hemos podido el resto
del año (solos o con otros).
Tiempo para APRENDER nuevos
conocimientos y afianzar los viejos (solos o con otros)
Tiempo para DESCUBRIR nuevos lugares
y nuevas personas (solos o con otros)
Tiempo para MEDITAR sobre nosotros
(solos o con otros)
Tiempo para JUGAR (solos o con otros)
Tiempo para SOÑAR (solos o con otros)
Tiempo para DESCANSAR (solos o con
los otros)
Podemos dedicar ese TIEMPO a muchas
actividades enriquecedoras diferentes o simplemente a no tener actividad (cosa
imposible, puesto que siempre estamos haciendo algo). Sin embargo, son muchas
las parejas y las familias que "aprovechan" ese tiempo para discutir,
para hacer aflorar el conflicto, para resolver cuentas pendientes o arreglar
definitivamente su situación, en un altísimo porcentaje decidiéndose por la
ruptura en el mes de Septiembre.
Es para estas familias a las que
dirijo mis palabras y mi pregunta:
Ponerse
de acuerdo en algo, aunque sea la cosa más pequeña que os podáis imaginar, es
una de las tareas más difíciles de conseguir y, sin embargo, es una
de las tareas que más realizamos los seres humanos cada día, sobre todo en
vacaciones.
Al
tener TIEMPO, lo primero en lo que nos tenemos que poner de acuerdo es en qué
queremos (y debemos) emplear ese tiempo y…ahí surge el primero de los
problemas:
Somos
personas diferentes (no hay dos iguales ni siendo gemelos), con gustos
diferentes, criterios y necesidades diferentes, pero también con gustos y
necesidades iguales y criterios parecidos.
Entonces,
ante preguntas como ¿Ir o no ir?, ¿Dónde ir?, ¿Cómo ir?, ¿Con qué dinero ir?,
¿Con quién ir? O qué hacer en cada
momento del día, cómo podemos resolver nuestras diferencias, cómo expresar lo
que deseamos sin herir al otro, cómo aceptar lo que el otro quiere sin
sentirnos heridos.
Sólo
se me ocurre una posible respuesta: desde la aceptación de nuestras
diferencias, de la aceptación del otro tal como es (y no como me gustaría que
fuera, que normalmente es como soy yo), desde el diálogo y el buen humor, y no
desde la paranoia de que me quiere aguar la fiesta. Una posición decidida por
nuestra parte de en qué queremos emplear nuestro tiempo, ayuda a la otra parte
a elegir y a compartir nuestros deseos.
No
es tan difícil, tod@s lo hemos hecho (y lo hacemos a menudo), aunque por algún
mecanismo misterioso de las relaciones humanas, en la pareja y en la familia
tendemos a no hacerlo.
¿Con
quién ponemos en marcha este mecanismo de aceptación del otro tal como es, con
diálogo y buen humor?
Pues...con
los/las AMIGOS/AS.
Si
somos capaces de extrapolar a nuestra pareja y a nuestros hijos, solo una
pequeña parte de la aceptación incondicional que le tenemos a nuestros amigos,
seremos más felices (y ellos también), tendremos más ganas de compartir el
tiempo, el espacio y el dinero con ellos (y ellos también) y, fundamentalmente,
desbloquearemos algunos espinosos temas de conversación que tratados como
pareja o como padres están ya podridos (o maníos, que decía mi madre).
Hasta aquí mi reflexión, ahora
viene la pregunta:
¿Qué puedo
hacer YO (no los demás, que seguro que eso lo
tenemos muy claro), qué puedo hacer YO para sentirme
mejor, para ser más feliz, para aportar un halo de alegría a mi entorno
familiar en estas vacaciones?, o dicho de otro modo, qué puedo dejar de hacer YO para contribuir a la armonía familiar y a mi propia
felicidad durante este verano.
¡¡¡Desde aquí os
animo a todos y cada uno de vosotros y vosotras a que hagáis solo una cosa de todas las que habéis
pensado!!!
¡FELICES VACACIONES!
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