El enfoque sistémico ...

concibe al ser humano como un sistema en constante interacción con otros sistemas de relación, de los que forma parte y sobre los que influye y le influyen.

Tiene en cuenta esta influencia mutua entre el individuo y los distintos sistemas de los que forma parte cuando evalúa e interviene sobre los problemas que generan malestar en la vida de las personas y los contextos en los que se manifiestan: familia de origen, familia creada, pareja, escuela, amigos, contexto laboral...

La comprensión de estas interrelaciones y su contribución a la aparición del problema, así como la aplicación de los diferentes modelos de intervención derivados del paradigma sistémico, tiene como resultado un nuevo modo de pensar y actuar para la práctica profesional de quienes intervienen en los ámbitos de la salud, la educación, los servicios sociales, la justicia o la psicoterapia

martes, 3 de septiembre de 2013

¡Feliz curso nuevo!

Hola de nuevo,

después de esta larga ausencia, saludo a todos mis incondicionales.

      Son varios los proyectos que ahora tengo en marcha y me quitan el poco tiempo que tengo para escribir mis pequeñas reflexiones sobre la vida. Pido disculpas por ello y espero poder continuar con cierta asiduidad.

       Hoy quiero retomar la actividad del blog con un tema antiguo y a la vez de plena actualidad dada la crisis en la que nos encontramos, el índice de paro juvenil que hay entre los titulados universitarios, la subida de tasas, la fecha en la que estamos y mi necesidad de contribuir a que la llamada "generación ni ni" comience a hacer un proyecto de vida más allá de las pantallas, la música, la botellona o sus padres.

     Con los exámenes en puertas y el comienzo del nuevo curso más de uno se pregunta si merecerá la pena presentarse y, si aprueba, para qué, para engrosar las listas del desempleo, para no hacer nada, para estudiar aquello que no le gusta o no quiere...

    Mi reflexión acerca del proyecto de vida, se dirige hoy a esos muchachos/as y sus familias que a día 3 de Septiembre no saben qué van a hacer en este curso que comienza.

   Os animo desde aquí a que luchéis por tener un proyecto personal-profesional y que vuestras familias os apoyen incondicionalmente para que podáis conseguirlo.

  Tener un proyecto significa tener un objetivo al que queremos llegar y un camino que recorrer para llegar a conseguir nuestra meta. Es decir, marcar la hoja de ruta de un viaje que comienza y que estará lleno de experiencias nuevas y baches, pero que dará significado a todo un año que comienza en Septiembre-Octubre y no después de Navidad.

    En principio parece fácil, pero no siempre lo es: dudas, inseguridades, exceso de ambición, falta de apoyo o de dinero pueden ser importantes frenos a la hora de empezar y es por eso que muchos de nuestros proyectos mueren antes de empezar.

  Normalmente intentamos coger el camino más recto para llegar a la meta, pero en los tiempos que corren no lo tenemos tan fácil y hay que saber desviarse de la senda principal, para luego volver a ella. El refranero, que es sabio, dice que "todos los caminos conducen a Roma", así que si no queremos quedarnos atascados, hay que buscar alternativas cuando el camino principal está colapsado, en obras o cerrado.

   Al chico/a le toca fijar un objetivo realista, acorde a sus gustos, capacidades y habilidades, y es el primer paso que hay que dar para poder dar el segundo: buscar los posibles caminos para conseguirlo y el apoyo necesario de la familia, que tanta falta nos hace para tener éxito en nuestras proyectos personales.

  A los padres les toca proporcionar reconocimiento y apoyo al chico/a. El reconocimiento y apoyo de los padres es una de las necesidades básicas del ser humano (si no la más importante): nos reconocemos en los ojos de los otros y a partir de ahí vamos construyendo nuestra identidad, nuestra autoestima. Nos pasamos más de media vida intentando llevar la razón, hacer lo adecuado, gustar a los demás, no ser criticados...necesitamos la valoración positiva de los otros, de los demás para sentirnos valorados, queridos, escuchados, RECONOCIDOS; especialmente por nuestros padres; y ese reconocimiento es la gasolina del motor que nos impulsa a conseguir nuestros objetivos.

  En todas las edades es importante sentirnos valiosos, queridos y aceptados por los demás, y en la adolescencia/juventud esta necesidad se vuelve (si puede) todavía más imprescindible, puesto que la inseguridad, la incertidumbre por nuestro futuro, la inestabilidad de nuestra identidad (y de nuestras hormonas) y la comparación constante con los demás impera en el día a día.

    Frente a esos vaivenes, saberse incondicionalmente querido, con un punto de referencia estable con unos límites claros por los que transitar (de los que desviarse para luego volver a incorporarse) y una valoración positiva y realista de sus capacidades ayudará al joven a realizar algo tan importante y trascendente para su futuro como es su "Proyecto de Vida".

   Como padres nos corresponde ayudar a nuestro hijos, guiarles en la elaboración de ese proyecto y, con frecuencia, no es nada fácil.

    Nos han enseñado a criticarlos, a desvalorizarlos, a querer imponernos por la fuerza y el control sobre el más débil, a no aceptar la equivocación (sobre todo la de los otros), a no resolver los conflictos (sino taparlos). Muchos padres han optado por darles todo con tal de que no sufran, no se frustren o, simplemente, no molesten, pero...¿cómo se ayuda desde esta postura a un hijo? De ningún modo.

    Un chaval que no se siente reconocido en su singularidad, con una identidad sin definir, sin puntos de referencia estables y límites claros, en un medio líquido donde diluirse sin destacar en nada positivo sobre los demás, es un chaval perdido, "carne de cañón" para los listos, los decididos, los que sí saben lo que quieren.

¿Cómo podemos prevenir los padres esta situación que tanto miedo nos da?

  Con la siguiente receta preparada diariamente con cariño (que no siempre es fácil):

       Mezclar en un bol un ratito de tu tiempo, el acompañamiento, el reconocimiento, el control equilibrado, mucha paciencia, grandes dosis de buen humor, la crítica corta y constructiva, el planteamiento de opciones para que ellos puedan tomar decisiones (y asumir sus consecuencias), el dialogo, la negociación y el amor incondicional. Batir bien y tomar pequeñas dosis 3 veces al día (durante toda la vida) de la mezcla resultante.

      Si se olvida una toma, no tomar doble a la siguiente, pero procurar que no se olvide más.

     Mucho hoy, poco mañana y nada pasado mañana no tiene ningún efecto positivo visible y duradero en el tiempo; al contrario será la base de la desorganización de la personalidad del chico o chica.

     ¿Y el dinero? Alguien puede decir que el dinero es más importante que el proyecto o el reconocimiento, o que sin dinero no hay proyecto o que solo tienen proyecto los que tienen dinero.

   El dinero, evidentemente es importante, aunque todos tenemos a nuestro alrededor ejemplos de personas que consiguieron construir su proyecto de vida partiendo de la nada. Eso confirma que cualquier objetivo se puede conseguir con tres elementos básicos: objetivo, esfuerzo personal y constancia; si le añadimos reconocimiento y apoyo, el camino es más fácil, y si tenemos la suerte de poder añadirle algo de dinero, pues todavía más, ¡qué duda cabe!. Pero en ese caso, el dinero se convierte en el sexto elemento, nunca en el primero. Todos tenemos también a nuestro alrededor algún conocido que teniendo dinero no consigue tener un proyecto ¿por qué será?.

  Acabo mi reflexión de hoy con el deseo de que el curso que comienza venga lleno de proyectos personales-profesionales cumplidos.