El enfoque sistémico ...

concibe al ser humano como un sistema en constante interacción con otros sistemas de relación, de los que forma parte y sobre los que influye y le influyen.

Tiene en cuenta esta influencia mutua entre el individuo y los distintos sistemas de los que forma parte cuando evalúa e interviene sobre los problemas que generan malestar en la vida de las personas y los contextos en los que se manifiestan: familia de origen, familia creada, pareja, escuela, amigos, contexto laboral...

La comprensión de estas interrelaciones y su contribución a la aparición del problema, así como la aplicación de los diferentes modelos de intervención derivados del paradigma sistémico, tiene como resultado un nuevo modo de pensar y actuar para la práctica profesional de quienes intervienen en los ámbitos de la salud, la educación, los servicios sociales, la justicia o la psicoterapia

sábado, 29 de junio de 2013

Emprendiendo en Tribu publica el nº 2 de su revista



De nuevo felicitar desde aquí a las promotoras de la revista "Emprendiendo en Tribu".

En este número nos dan ideas prácticas de cómo emprender, ahorrar o buscar ayudas económicas y nos invitan a participar en sus interesantes talleres de formación.

En definitiva, os animo a hacer una lectura minuciosa para sacarle el máximo provecho a todo lo que nos ofrecen los artículos de los colaboradores.

Pincha en la imagen para acceder a la revista.

martes, 18 de junio de 2013

¿QUÉ ES LA FAMILIA?

Humberto Maturana la define así:

La familia es una convivencia en el placer de hacer juntos los haceres del vivir cotidiano, sea lo que quiera que fuere.

Cuando eso no pasa, la familia se desarma y cuando uno quiere recuperarla, lo que quiere es esto: recuperar el placer de hacer juntos.

Maturana nos cuenta también que convivir es un fluir en un entrelazamiento de emociones y haceres juntos, de modo que lo que ocurre con uno no es indiferente de lo que ocurre con otro y este entrelazamiento se realiza a través del conversar y, a su vez, define conversar como dar vueltas juntos en las coordinaciones de haceres consensuales del convivir.

Nos puede parecer complejo, y de hecho lo es, pero para mi ha sido muy gratificante encontrar en la definición de la familia el elemento base generador de los conflictos por los que las personas acuden a consulta: el placer de hacer juntos, cuando ese placer se pierde, surge el conflicto, la guerra, el dolor, la patología y la familia se desarma.

Este placer de hacer juntos los haceres del vivir cotidiano es lo que compartimos con los amigos, socios, vecinos, incluso compañeros de trabajo, cuando damos un paseo, tomamos un café, pedimos un consejo, organizamos un evento o nos vamos de compras, pero es de lo que, desde hace unas décadas, nos olvidamos cuando de las tareas familiares cotidianas y de nuestra pareja, hijos, padres o hermanos, se trata.

El conversar, ese dar vueltas juntos en las coordinaciones de haceres consensuales del convivir, se está perdiendo en las familias, transformándose en violentas discusiones y luchas de poder y género, por intentar llevar la razón, por ser más que el otro, o por lo menos no ser menos. Asistimos así, a una dificultad en las negociaciones, a un aumento de la evitación, delegación y huida de los problemas como forma de resolverlos, al aumento de la sensación de soledad a la hora de afrontarlos.

La tecnología, que es tan valiosa para muchas cosas, el estrés del tiempo, la necesidad de tener más: más dinero, más libertad, más amigos, más espacio personal, más..., más..., paradójicamente nos está llevando a tener menos: menos tiempo para conversar y compartir, menos capacidad para disfrutar del placer de hacer juntos los haceres del vivir cotidiano, menos habilidad para negociar, menos ayuda para resolver los problemas cotidianos. ¿Por qué? Porque nos olvidamos de conversar en la familia para coordinarnos en los haceres consensuales del convivir y disfrutar de ello, que es donde radica el elemento diferenciador entre una familia feliz o desdichada.

Estamos inmersos en la cultura de la queja, de la crítica al otro, del victimismo y el individualismo, en una incesante búsqueda de reconocimiento propio, y se nos olvida el valor del otro y del grupo familiar.

Vivir significa resolver problemas, desde que nos levantamos hasta que nos acostamos, desde los más sencillos, hasta los más complejos, de los individuales a los sociales o comunitarios. El que no tiene problemas, simplemente está muerto, los demás... estamos vivos.

Si la vida es una constante resolución de problemas, estemos en el grupo que estemos, pero  especialmente en la familia, por lo menos vivamos disfrutando del placer de hacerlo juntos y poder enseñarlo a nuestros pequeños, incorporándolos a esos haceres cotidianos del convivir en familia, y no expulsándolos a la terrible tarea de esperar a que los adultos acaben para poder "estar" con ellos.

lunes, 10 de junio de 2013

EL PODER DE LOS INTROVERTIDOS (Susan Cain)


Interesante vídeo que nos invita a la reflexión.

Desde aquí, se lo dedico a todas las personas que me han venido a la mente mientras lo veía.



http://www.ted.com/talks/view/lang/es//id/1377

sábado, 1 de junio de 2013

EMPRENDER, UNA FORMA DE CRECER


             De todos es sabido que la situación actual del empleo en España es muy crítica. Cada día se añaden a las listas de desempleados más personas que hasta hace poco tenían un buen trabajo, un trabajo estable que, aparentemente, no peligraba. También a ellos les está afectando esta crisis y a todos nos obliga a cambiar.

            La palabra crisis significa cambio. En un sentido u otro, pero cambio. Nadie escapa a su efecto, nadie se mantiene estable, nadie sale de la crisis igual que estaba antes de entrar en ella y, por lo tanto, cada uno tiene que decidir cómo continuar, hacia dónde cambiar el rumbo.


            En un artículo anterior hablé de los efectos psicológicos del desempleo y cómo combatirlos a través de una nueva actividad y una estructura del tiempo. Pues bien, la mejor manera de combatir los efectos negativos del desempleo es crear nuestro propio puesto de trabajo y formarnos en aquello que emprendemos.

            Darle forma a una idea que hace tiempo que nos ronda la cabeza, rescatar capacidades y habilidades adormiladas por falta de práctica, recuperar nuestra agenda de contactos, repasar nuestras finanzas para dedicar unos euros para apostar por nosotros mismos y darnos a conocer en esta nueva actividad, son los ingredientes necesarios para comenzar a andar un nuevo camino.

            No es fácil, dirán algunos y tienen razón. No es fácil creer en nosotros y nuestras capacidades. No es fácil adquirir un compromiso con uno mismo para luchar por sacar nuestro objetivo adelante. No es fácil priorizar las finanzas para apostar por nuestra idea. No es fácil convencer a los que nos rodean que nos apoyen incondicionalmente. No es fácil, es verdad, ser emprendedor no es el camino fácil para tener un empleo; pero sí es un camino apasionante y lindo de crecimiento personal. Como dice Mafalda: la vida es linda, aunque muchos confunden lindo con fácil.

            Emprender ayuda a crecer porque nos obliga a observarnos a nosotros y a nuestro entorno desde una óptica nueva, a conocernos a nosotros mismos, a reconocer lo que uno sabe hacer bien para convertirlo en un producto o servicio al servicio de la comunidad, a ponerle precio a nuestro trabajo y a buscar a alguien que lo pague, a escuchar y digerir la crítica para reestructurar la idea hasta convertirla en realidad, a recibir negativas y frustrarnos, para volver a ilusionarnos hasta lograr sacar nuestro sueldo.

            Emprender nos hace sentir vivos, nos hace re-ilusionarnos por un proyecto personal-profesional y la ilusión es motor de crecimiento, motivación para el trabajo, genera sinergias positivas y favorece la producción de endorfinas, que disminuye la sintomatología depresiva y mejora la sensación de bienestar.

            Eso no significa que el camino sea un camino de rosas, no. Habrá baches y zanjas; habrá que caer y levantarse para continuar, pero al final estará nuestro objetivo y, cuando lo consigamos, sabremos que ha sido gracias a nuestro esfuerzo, a nuestra constancia, a nuestro ahínco y perseverancia.

            Pongamos ilusión en nuestro proyecto personal-profesional y conectémoslo con el proyecto de crecimiento de la comunidad en la que vivimos. Obtendremos así un doble crecimiento, el personal y el social, además de reconocimiento, que es la necesidad más básica del ser humano.                      

Mª Victoria Juárez Caparrós
(Artículo publicado en la revista nº 1 de Emprendiendo en tribu)