El enfoque sistémico ...

concibe al ser humano como un sistema en constante interacción con otros sistemas de relación, de los que forma parte y sobre los que influye y le influyen.

Tiene en cuenta esta influencia mutua entre el individuo y los distintos sistemas de los que forma parte cuando evalúa e interviene sobre los problemas que generan malestar en la vida de las personas y los contextos en los que se manifiestan: familia de origen, familia creada, pareja, escuela, amigos, contexto laboral...

La comprensión de estas interrelaciones y su contribución a la aparición del problema, así como la aplicación de los diferentes modelos de intervención derivados del paradigma sistémico, tiene como resultado un nuevo modo de pensar y actuar para la práctica profesional de quienes intervienen en los ámbitos de la salud, la educación, los servicios sociales, la justicia o la psicoterapia

viernes, 1 de noviembre de 2013

Encarcelados en el dolor


        ¿No sopesó el Tribunal de Estrasburgo cuando eliminó la Doctrina Parot que, al liberar a los etarras (y otros asesinos), encarcelaba en su dolor a cientos de familias que han perdido algún miembro por culpa de estos des-almados, que se han saltado todos y cada uno de los artículos de la Declaración Universal de los Derechos Humanos?

      También a todos los millones de personas que somos ciudadanos pacíficos, prácticamente toda la sociedad española, nos han encarcelado en la opresión, la injusticia y la falta de dignidad impuesta.

        Como psicóloga y terapeuta de familia, conocedora de los procesos psicológicos por los que pasan las víctimas del terrorismo y todo su entorno; como mujer, esposa, madre, hija, hermana, nuera o cuñada, no llego a entender los Derechos Humanos de los que durante años se han tomado la libertad de sembrar el terror y el dolor en un país entero; de darle un giro de 180º al rumbo de la vida de personas inocentes, que han tenido que enfrentarse a una viudedad prematura, o de niños que han tenido que vivir sin su figura de referencia (padre, madre o ambos), en un proceso de duelo sin fin, solo porque a alguien (persona u organización) se le ha antojado hacerlo.

¿Derechos Humanos?¿Para quién?.

      Cuarenta años de terror y 829 asesinatos frente a 30 años, máximo, de cárcel no es nada comparado con lo que este país y las familias de las víctimas y sus allegados acarrean sobre sus espaldas: vacío y dolor emocional, rabia contenida, incomprensión, injusticia, problemas del sueño, patologías físicas y psicológicas de por vida.

¿Derechos Humanos?¿Para quién?

     Ya es doloroso perder de forma natural a un ser querido, como para pretender que se asuma y se perdone la muerte violenta y gratuita a manos de un asesino de alguien a quién quieres.

       No nos engañemos, no se olvida ni se perdona, simplemente se contiene. Las experiencias de la vida nos dejan huellas indelebles en el corazón y en el cerebro (huellas mnémicas) y van configurando nuestras vidas. Como resilientes que somos, aprendemos a vivir con ellas para poder seguir adelante, para no convertirnos nosotros mismos en asesinos de asesinos, para que la razón pueda a la emoción y no vivamos desbordados emocionalmente, sino en un equilibrio suficiente para poder afrontar los retos diarios que la cotidianeidad nos pone por delante y...,además, intentar disfrutar de ellos.

      Con esta sentencia, el Tribunal de Estrasburgo ha reabierto el recuerdo de experiencias traumáticas en miles de personas, tambaleando el derecho a vivir tranquilos, no solo de las víctimas, sino de todo un país. Ha abierto heridas emocionales en proceso de cicatrización, poniendo en peligro nuestro derecho a la vida, a la libertad y a la seguridad (se entiende que no sólo física, sino también psicológica). De repente, teniendo en cuenta que ETA no ha depuesto las armas, nuestra seguridad peligra, nuestros miedos afloran, nuestra tranquilidad se ha roto, y volvemos a tener que reivindicarla en la calle, e incluso la vida de muchas personas se ve amenazada por la depresión, la desesperación y la rabia contenida.

¿Derechos Humanos?¿Para quién?.

        Son ellos los que tienen que ganarse la libertad, no nosotros. Es como si a Hitler lo dejaran en libertad y además, para más dolor innecesario, le reconocieran el derecho a recibir prestaciones sociales e indemnizaciones a cambio de nada.

        Como ciudadanos pacíficos y democráticos, no podemos ir en contra de una sentencia del Tribunal de Estrasburgo, pero sí podemos pedir que se respeten nuestros Derechos Humanos y se repare y reponga nuestra dignidad como ciudadanos españoles.

        Las víctimas, sus allegados y, por extensión todos los que nos solidarizamos con ellos, como personas y como sociedad tenemos derecho a la libertad y a no vivir encarcelados en el dolor psicológico permanente.

Victoria Juárez Caparrós
Octubre de 2013