¿Cuándo acudir a un psicólogo?

     Los psicólogos somos los profesionales especializados en el estudio y  tratamiento del comportamiento humano y sus emociones.

      Son muchas las situaciones cotidianas que pueden provocar una duda, una incertidumbre o un malestar en nosotros y/o en nuestros familiares y amigos y no por ello tenemos una patología ni estamos locos, como creían antiguamente; pero sí necesitamos consultar a un profesional.

      Unas veces la consulta será de manera puntual para obtener una opinión, un consejo, una orientación o un poco de aliento ante  nuestro malestar. Esa visión externa y profesional que nos ayude a salir de nuestra visión única y dar un paso hacia adelante en nuestro desarrollo, siempre bajo la seguridad que nos proporciona el secreto profesional.

       Otras veces, necesitaremos algo más continuado en el tiempo, con un objetivo de cambio y crecimiento personal más definido, que requiere de técnicas profesionales específicas y un compromiso por ambas partes a corto y medio plazo. Es lo que llamamos psicoterapia.

      El origen etimológico de la palabra psicoterapia se halla en el griego y más concretamente en la unión de dos términos: por un lado, está psico (psyche) que podría traducirse como “alma” y por otro lado está terapia (terapia) que vendría a significar “tratamiento”.

     Existen diferentes orientaciones en psicoterapia en función del foco del tratamiento. En la orientación sistémica, se pone la mirada en los conflictos que se generan en los distintos sistemas de relación a los que pertenecemos; siendo el sistema primario la familia. Por lo tanto, no decimos que la persona está enferma, sino que es la relación entre dos o más personas la que ha enfermado y sobre la que hay que trabajar.

    En definitiva, sea por una orientación ante un problema específico: escolar, laboral, personal, familiar o de pareja o por un deseo de profundización y crecimiento personal, el profesional de referencia al que acudir a pedir ayuda es el psicólogo/a, de la misma manera, y con la misma naturalidad, que acudimos al dentista cuando nos duelen las muelas.